domingo, 7 de octubre de 2007

Chauchateaunplacer

Y así fue. Muy lindo mientras duró, pero se terminó. Con balance altamente positivo, pero con la certeza de que fue un ciclo cumplido, hicimos la despedida con el Fede, otro argentino, porter de la pampa. Todo arrancó a las 4am con la descomunal alegría de barrer a los irlandeses. Y después del desayuno entramos al hotel con la bandera de Argentina. Fede hacía su último dia de laburo y yo mi anteúltimo. Recorrimos todo el hotel, sacando fotos hasta en la suite principal, el lobby y con el chino (Bizarro. Después de nuestra pelea nos conmovió con un: “have a nice life” y estrechándonos la mano…). Pero la mejor de todas fue que izamos la gloriosa celeste y blanca en el balcón del hotel. (Métanse a ver las fotos! No tienen desperdicio!).

A la tarde invitamos a todo el staff a nuestra despedida a la taberna del hotel. Pero para nuestra sorpresa fueron casi todos, por lo cual estuvo espectacular! Bailando y brindando, cantando los argentinos el “Vamos, vamos Argentina!!!” y mucho más… Pero uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando salió ronda de tequila-shots multitudinarios. Éramos 12 en la barra, sal en mano a la hora de los tequilazos. Muy bueno! MUY DIVERTIDO! Y cuando nos cerraron la taberna (que fue bastante más tarde de lo usual –nos bancaron a full- ) nos fuimos todos a bailar cumbia al Thompsons Lodge (uno de los complejos de dormitorios para el staff). Una despedida digna.

La joda era que al día siguiente yo tenía que laburar… Ja! Si bien no quedaba nada, todavía faltaba TODO el último día… Y para colmo de males, el otro porter no fue (se ve que la fiesta pudo con él) y quedé solo a cargo de uno de los días más complicados del hotel. Costó llegar a las 15,30hs. Pero firme firmé y cerré mis días de botones de hotel.

Esa noche me agarró una mezcla de angustia y cagazo importantes… Se ve que por un lado estaba muy contento y cómodo en el Chateau, y por otro que me pegó el pensar en que otra vez me dirigía al desconocido y en soledad. Me decía a mi mismo que no podía ser tan cagón e inmaduro, pero las emociones fueron más fuertes. Por suerte todo duró hasta que me quedé dormido. Y al despertar me encontré con el Parque Nacional completamente de blanco! 10 cm de nieve sobre mi nave. Y seguía cayendo nieve a torrentes… Entregué el cuarto y el uniforme y me dirigí bajo una tormenta de nieve hacia la capital kiwi: Wellington! Pero esa ya es otra historia: La próxima…

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